Por Mauricio Sulaimán
Presidente del CMB-Hijo de José Sulaimán
Prensa/CMB/Jabeando/28-05-2025.- La semana pasada fue maravillosa para mí, pues la memoria de mi querido padre fue exaltada durante todas las actividades alrededor del torneo de golf de Fundación Mi Chante, en Tijuana.
Tuve una serie de reuniones que me dejaron muy contento. En aquella ciudad fronteriza tengo muchos amigos, y en todo momento me sentí especial con la increíble hospitalidad y atenciones recibidas.
Cené el martes en un restaurante fenomenal llamado Casa Zibarita, con mi querido amigo Fernando Beltrán. Él es un caso muy particular de éxito. Lo conocí cuando los dos empezábamos en esto del boxeo, en mi casa, como hijo de don José, siempre cerca para apoyarlo en lo que se necesitara y él como joven promotor que inició la carrera del ahora Salón de la Fama Erik Terrible Morales.
Beltrán, vestido de jeans, botas vaqueras y una chamarra, llegaba a ver a mi papá tratando de llevar a Erik a una pelea de campeonato, desde entonces nos caímos muy bien, y hemos tenido la dicha de gozar de una gran amistad, a veces con altas y bajas, pero siempre con cariño y respeto. Pasamos una noche inolvidable, recordando muchas anécdotas y solidificando esos lazos de amistad. Al día siguiente fue la conferencia de prensa del torneo de golf.
Don Abelardo Peña convocó a medios, patrocinadores y amigos, y se dieron a conocer los pormenores de la quinta edición del torneo de golf de Fundación Mi Chante, la cual recauda fondos para apoyar a atletas de México. Cabe destacar que muchos de ellos han logrado ya éxitos importantes en Juegos Olímpicos, Panamericanos y Mundiales de diversas disciplinas.
Ese día tuve el gran honor de por fin conocer en persona al ingeniero Jorge Hank Rhon, en compañía de su hijo Juan Carlos, quien está incursionando en el boxeo con planes maravillosos. Había escuchado de un mito acerca de un tequila muy especial, una bebida preparada con una serie de componentes secretos que incluyen: víbora, alacrán y otras muchas sustancias que lo hacen único y místico. Pues lo probé al mismo tiempo de disfrutar del relato de la historia de esa pócima por parte del Ing. Hank. Fue una plática agradable con experiencias de vida que me abrieron la oportunidad de seguir aprendiendo de personas exitosas.
El jueves muy temprano ya estaba mi querido Juan Carlos Pelayo, conocido como el líder por todos, listo para irnos al Club Campestre. Al llegar fui recibido por el gran campeón Erik Morales y un grupo de amigos, así como Jorge Corral, presidente de la PGA de México.
Tras el registro, me dirigí a tirar algunas bolas de calentamiento, y fue ahí donde me encontré con nuestro súper campeón Saúl Canelo Álvarez, quien asistió para participar en este torneo, en memoria de Don José.
Los Sulaimán Saldívar somos peloteros, crecimos en el campo de beisbol, pero sí, de vez en cuando, he jugado golf. En verdad soy más malo que la carne de puerco como dicen por ahí. Me tocó dar la salida para arrancar el torneo, ¡uf! Todos viendo, cámaras, y claro que pasó lo inevitable… Pinkys, así se le dice cuando la bola no llega ni a la marca de donde salen las mujeres… Nuestro grupo fue maravilloso: Pelayo, Erik, y tres personas más: Fernando Rodríguez, del viñedo Cetto, Miguel Romero y José Parra.
La organización del torneo fue espectacular. En cada hoyo había comida, desde tacos, botana y quesadillas hasta la carne asada más deliciosa de México, la carne de Sinaloa.
Obviamente cervecita, tequila, mezcal y todo tipo de bebidas, en particular me encantó un clamato de fórmula privada, que ya está en muchos estados de México.
Activaciones y dinámicas muy divertidas, un ambiente familiar y sencillo, camaradería, muchas risas, en fin, un día inolvidable, pues recibí interminables comentarios de muchas personas recordando cómo era mi papá, cómo dejó huella y cómo sigue presente aún a sus 11 años de haber viajado al camino sin retorno.
Tenía que haber justicia, ya en el hoyo 17, uno antes del final, quedamos en barbas del green, muy lejos del hoyo, y Pelayo me dijo: “Tú acércala para que después tire arriesgando” … Pues que hago el putt y vámonos ¡para adentro!
Fue el mejor tiro de mi vida, y ya con eso se borraron todos mis malos tiros del día…
La comida de premiación fue muy bonita, repito, un ambiente tan bonito, mucha plática, gran música , deliciosa comida y grandes premios para los ganadores. Se subastó un cinturón de campeón mundial que el WBC donó a la causa y mi querido Frank Carrillo fue quien pujó con una muy buena aportación para la fundación. En una escala al baño vi a dos señoritas muy serias en la mesa de entrada, vendían boletos para unas rifas, me detuve y les compré, ¿y qué creen? ¡Me gané un viaje a la playa!
Mi gratitud y agradecimiento a don Abelardo Peña, su familia y miembros de Fundación Mi Chante, a todos los muchos patrocinadores que apoyaron este torneo, en especial a Víctor López, de Electrocarros de México, a todos los jugadores que lo hicieron una realidad y a mi querido Erik y Canelo, quienes me acompañaron para poner en alto al boxeo, en un evento del deporte hermano, el golf.
¿SABÍAS QUE…?
Canelo es un gran atleta, además de ser simplemente el mejor boxeador del orbe, actualmente también es un gran golfista. Él encontró en este deporte el complemento para dedicar a esta actividad muchas horas, donde encuentra una competencia interminable ante sí mismo. Ya ha jugado torneos internacionales y no dudo que cuando sea tiempo de colgar los guantes lo veamos representando a México en el golf profesional.
Mi papá vivió una vida muy limpia, no tomaba, no fumaba, no era pachanguero, su único vicio era la comida…
Un día regresó de Tijuana, una de esas ocasiones que fue a convencer a Julio César Chávez de ingresar a una clínica de rehabilitación, y en la comida familiar de los domingos nos platicó de una comida que tuvo con el Ing, Jorge Hank; “Qué bien me cayó este joven, pero ay mijito, me empezó a contar de un tequila con fórmula china y que saca una botella con todo tipo de animales adentro, y que me sirve en un caballito, pues no me quedó de otra y ¡vámonos para adentro! Yo creo que pensó que me iba a negar, pero recordé lo que mi papá me dijo desde niño. ¡Un Sulaimán nunca se raja!”.
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